/ R A I N /

"Que no hay mejores días que los que llueven".



No nos damos cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y de cómo las cosas que un día fueron importantes han pasado a un segundo plano. De lo importante que era comprarse ese rimmel para impresionar pero que terminaste por perder, de correr el día 31 para comprar el abono y que al final no usaste, de aquel novio o novia que en su día era tu alma gemela y que ahora se ha quedado en un mal sabor de boca, de todos y cada uno de los errores que no querías cometer... Ya no te acuerdas. Porque esta es ley humana imparable, nadie puede detener el tiempo. 
Pero te da igual porque ahora te conformas con sentarte a tomar un té o un café o sencillamente un vaso de agua. Con poder ver llover y que te haga sentir bien. Y de la misma manera que un día te preocupaban esas cosas importantes, hoy apenas te acuerdas. Son vagos recuerdos que te vienen a la cabeza cuando llueve.

No se me ocurre pensar en otra fórmula que no sea la lluvia para pararte ese segundo y recordar cosas que se habían quedado bien guardadas en un cajón. ¿Quién necesita medicinas teniendo la lluvia? En muchas culturas, especialmente indígenas, la lluvia es curativa, es divinidad, es alegría, es esperanza… Pero en el aquí y ahora, en este instante que vivimos nadie se para a pensar (espero equivocarme) en lo bonito que vuelve todo cuando llueve. 
Desde la ventana, mientras te sientas en un diván observas lo que sucede ahí fuera, que no es por nada pero también te incumbe, no creas que por estar a cubierto no te afecta la lluvia, porque he de decir que a todos nos afecta, y ves casas alineadas, árboles, parques, farolas, calles, el cielo, el horizonte… ¿Cómo no va a ser asunto mío no apreciar todo eso? ¿Por qué pensar que la lluvia da asco? ¿Por qué creer que los días lluviosos son malos? Cada una de las infinitas gotas de agua que caen del cielo embellecen todo lo que está a tu alrededor, y si además agudizas el oído para escuchar como esas gotitas chocan contra todo, como un furioso ejército… Es tan indescriptible… No tengo palabras. 

Pero si además la lluvia te pilla fuera de casa… me dan escalofríos de pensarlo… Vas preocupado/a pensando en no mojarte hasta que el destino cumple su misión y te mojas un poco, luego otro poco y otro poquito más y de repente mandas a tomar por saco el paraguas y dejas que la lluvia te moje. Te da igual. No te hace daño. Habías salido a dar una vuelta y vuelves en canoa prácticamente, se te han fastidiado esos zapatos nuevos, pero… ¡bah! Ya no puedes hacer nada por remediarlo. O habías quedado y todos se fijan en ti porque vas chorreando agua (incluso esa persona especial).

No puedo añadir mucho más que una mezcla de sustantivos y adjetivos para intentar demostrar que la lluvia es inmensamente bella, pero ya sabéis de lo que hablo. Seguro que alguna vez os ha caído un buen chaparrón, y quizá es uno de los mejores días de vuestra vida porque, mientras te sientas a ver como llueve, te viene a la mente aquel día importante. El que guardabas en un cajón.


No hay comentarios:

Publicar un comentario